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4 de octubre de 2015

Nevada en Donosti


En fulgor blanco,

la nieve,

universal y silenciosa,

cubre La Concha,

la trainera de Orio,

y en lo alto,

el Cementerio de los Ingleses.

Los tamarindos del paseo,

mas que nunca,

no son tamarindos.

El menor de los Azpiroz,

viene del cantar navideño,

no olvida,

entre los ojos,

lleva una luz apagada,

y contempla el coche fúnebre,

de Apalategui,

cubierto por la nieve,

en la Calle Hernani,

mientras, corre por el paseo,

rechinando las zapatillas,

sobre todos los susurros

acolchados de la ciudad,

el mayor de los Arrieta.

Se parará pronto,

por ella, y el perdón.


Bajo un cielo límpido,

ardiente en la luz helada,

tras su parto,

el mundo se abre,

a los inocentes de blanco,

que cantan al amanecer,

y luego se callan.

 
“Huellas del mayor de los Arrieta
por el Paseo de la Concha”



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