Un enanito, indispensable en un país
en
el que todo crecía,
se
medía desesperadamente, todos los días,
pero
en vano,
el
país seguía creciendo,
y
para él, sólo aumentaba la soledad.
Un
día, no pudo más,
fugándose
una noche al «otro lugar»,
con
su enanita,
la
luna, menguando sin pausa,
los
fue protegiendo, con la oscuridad.
del libro "allá ellos tan entrañables", Alacena Roja, 2013