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26 de diciembre de 2013

La navidad del gladiador

En casa éramos  tan pobres, que en Navidad, nuestro padre salía a la azotea, daba dos tiros al aire, y volvía diciéndonos

 “Santa Claus se ha suicidado “


¿Cómo pelearía un hombre, con un padre así ?
Ahí lo tenéis, a Jack  La Motta, “El Toro del Bronx “



            Siempre al ataque (1)/ pues exuberante o dañado,
            sabe lo corta que es la noche.


Sobre todo la de aquel verano del 42, nació el paso a dos Robinson/La Motta (2)
El dúo


No hubo una lucha igual,
de un hombre contra otro.








En finta rapidísima, la Motta salta de su balanceo agazapado  y entra en la guardia de Robinson , que retrocede y de repente :

            Aparecen tres izquierdas  de éste,
            La Motta hacia atrás
            las va esquivando, una detrás de otra,
            con su juego de piernas y giros de cuello

No solo se crecía al castigo con su mandíbula de granito,
el salvaje La Motta, era también un perfeccionista incansable (3)

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(1) Von Clausewitz señalaba que la energía desplegada en atacar, es algo mas de siete veces y media superior, a la que requiere para  defender . El se refería a los ejércitos, pero sin tanta exactitud, podemos decir que Jack se desbordaba vitalmente en el ring.
(2) Ambos tenían en aquel verano  veintiún años. De 1942 a 1951 se enfrentaron seis veces , Robinson ganó cinco de las peleas , pero excepto la ultima, todas acabaron siendo muy reñidas .
(3) Capriano , su entrenador , no había conocido nunca un boxeador con la intensidad de la Motta para entrenar . Un solo golpe, el recto de derecha, lo fue perfeccionando día a día, y hasta transcurrido año y medio, no se dio por satisfecho.

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¡ Ah ocho kilos y medio de peso, concedió el gran Robinson al gran la Motta ¡


                        ¡ Que nos diga Shylock
                           Lo que vale eso ¡

La victoria llega a la una, siempre nocturna  y en Detroit , un año mas tarde 1943,   “el ring del viejo granero rojo             “.


                        El ring flota en la luz,
                        ya sin geografía,
                        siempre el mismo.

Después de más de cien combates, Robinson baja vencido. En el octavo asalto le salvó la campana                                                           

le salvó la campana


                        Entre el griterío
                        Se filtró /una voz rota y fiel

Robinson : “El primer gancho de izquierda me conmocionó, y así iba a ser la noche .”

Jack fue feliz, siempre con su furia y sus sospechas del destino.

1951  La masacre . Venía en discreto declive. Sesenta millones de espectadores televisivos compartían la lucha. Hasta las civilizaciones sudan.

                        ¡Diez segundos por los muertos en Corea ¡
                        Casi lo que tarda Robinson ,
                        en aplicarle el primer gancho en corto.
                        Seguirían muchos, hasta romperle.
                        La paliza fue tremenda,
                        y el declive total        

                                  

el gancho en corto de Robinson le rompió

No tenía porque pagar un precio, pero su tremenda resistencia al castigo ,se amplió a todos los campos de la sobrevivencia.

                        Siempre que descendía de un ring,
                        le acogía una mujer,
                        muchos no olvidamos , en esta pelea
                        a la bella Vicky/la verónica rubia.


Robinson murió hace casi un cuarto de siglo, no fue nunca un viejo, pero vivió la final solo y desvalido
La Motta es un anciano de noventa años que se acaba de casar,
retrato


 Fiero y con sorna,
 cargado de golpes y campanas.
 A veces boxea con su sombra,
 ya un segundo individuo en su vida.






¿Por qué solo en inglés, hay una palabra especial para los luchadores ancianos?


                        LIFERS


                        Contempla su retrato,
                        Y quizás lo entiendas.           


                        Feliz Navidad Jack                                



5 de diciembre de 2013

Accidente


Tras un gran sol,
bajo el tilo,
inicié la lectura.
“El río se transparenta…




Caíste silenciosamente,
de sus ramas ,
ante mis ojos ,
sobre las líneas,
del haiku,
tapando “horas” y
                               “de agua .“
Altanera y viva,
como un caballito de mar.

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En este suceso, la foto se tomó al instante, tal cual apareció.