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16 de febrero de 2016

Encrucijada


Un tenue resplandor,
al fondo del camino.
¡Otra vez!
Los cordones
se desatan.
Cada cien metros,
tenía que parar y agacharse,
para atarlos de nuevo.

Del nudo de la abuela,
al nudo del rizo,
hay que fijarlo,
enlazando sin tocar,
el nudo del misterio.

Ya llegó aliviado,
 a la encrucijada.
¡El lugar de los
diez mil caminos!
¡Qué desolación!
Y las gárgolas
se ríen a lo lejos.