Aquí en lo alto
de Urgull (1),
a los ingleses,
nadie, ni nada,
los despertará.
Pero, ¡No hagáis
ruido!
¿Oís el halito de
la piedra,
tallada por las viejas inscripciones?
“Honor a los
héroes,
que solo Dios
conoce”…
y quizás
recuerde,
en el primer
amanecer,
de su muerte,
un luminoso día
de Julio,
de mil
ochocientos treinta y siete .
Desde arriba,
sobre el espumoso mar,
eché tus cenizas,
“con el olor que
consuela,
hasta las
delicadas sombras",
las delicadas
sombras,
de aquellas matanzas,
y de estas desperdigadas,
mas recientes,
de allí abajo.
Mi latir en el recuerdo,
sigue el vuelo de
los pájaros remotos ,
empujados sin
ninguna misión,
por el viento
silbante.
Un eco lejano,
asciende sobre el
mar,
con todo lo
soluble de Donosti,
cruento o
incruento,
voces viejas o
nuevas,
bajo un cielo,
ligero y
permisivo,
casi burlón.
Sube lentamente,
sin ninguna
señal.
Nada, nadie,
se mueve,
no esperaba más.
(1) En la ladera
del Monte Urgull, en San Sebastian, frente al mar, se encuentra el
cementerio de los
militares ingleses, muertos en la
primera guerra carlista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario