El café está caliente,
olor a leña,
¡Todo tan presente,
y fiel al mediodía!
La vaca, inmóvil,
mirando hacia lo alto,
a un cielo límpido,
casi blanco.
Quizás su pastor,
sentado,
la cabeza entre las piernas,
y su gran cuerpo de pana,
con sus pesados zapatos,
podría hundirse en la tierra,
con su banco.
¡Mi casa de entonces!
¡Las ventanas cerradas!
¡Todavía su voz!
¡Aquellas risas y lealtades!
¡Se dejaron abierta,
la puerta!.
La vaca continúa impávida,
y el pastor hundida la cabeza,
con la tierra esperando.
El café está frío.
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