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6 de marzo de 2020

Titanic

Aquel Iceberg,
el mío,
era inocente,
de embestir,
a mi barco,
toda mi fe,
toda mi gente.

Del barco, 
La melodía ultima,
la nuestra, 
le llegó,
hasta la entraña, 
al coloso de hielo,
haciéndola suya,
 y resonando 
en nosotros, 
y nuestros espectros,
hasta las aguas 
lejanas, y profundas.

Ni mi trágico barco,
Ni mi inocente,
y ancestral iceberg,
todo se aleja y se acaba.
¿Pero quién,
hace callar,
de vez en cuando, 
de aquellas,
tremendas siluetas,
su música escuchada?