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5 de septiembre de 2015

El Orfeón


Sin ensayar,
sin esperarlo,
comenzaron a elevar la voz ,
tuya , mía , nuestra,
 cantaron, cantarán ,
y cantaban.


De repente,
pararon para oír,
el eco,
 en el  cercano Urumea (1),
de sus propias voces .

Removidos,
 comenzaron de nuevo,
con aquella canción ,
de las viejas redes ,
en las familias del puerto.

Las manos, casi todas juntas,
las voces imponiendo los gestos,
y subiendo la luz,
sus ropas oliendo a mar  .

Pararon porque,
estaban cantando , demasiado bien ,
la emoción quemaba .


De seguir,
 su “Irrintxi”, (2)
hubiera ido desde,
el “Peine de los Vientos”,
al “Cementerio de los Ingleses.


Se fueron,
sin recordar,
por qué,
habían comenzado,
a cantar.

(1) Río que atraviesa San Sebastián para desembocar en el mar, muy cerca del edificio, sede, del Orfeón Donostiarra.
(2) Grito de triunfo, mantenido vibrante hasta su explosión final 

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