Movíamos las aburridas nubes,
paseando.
A nuestro lado, resignados economistas
descargaban cajas, con su áspero y milenario
pellejo de madera.
Arquitectos contemplativos
y otros jóvenes
vendían bellos objetos
de sus dormitorios.
Bordeamos la bella plaza
de París,
en el justo instante (histórico).
a cambiar,
sus vestidos de corte clásico
por algo mucho más chillón
(quizás de inspiración "factoría").
Aquella misma tarde,
no muy lejos de allí
Pedro y Virginia, con mala suerte
y malos jefes, se llevaban
a la imprenta
el manuscrito: "Los vecinos y sus dobles".
Que se agotaría tan rápidamente.
Acabamos mirando
la nueva iglesia de apartamentos
(sin un reflejo de lo anterior)
levantada en el lugar
de la antigua y acogedora
tasca de los pactos.
A lo lejos,
por las calles sin nostalgia
del comercio
se oye una subasta bullanguera.
Pero, ¡si es tu voz!,
Enrojeciste,
caía la lluvia
doblando nuestras voces calladas.
Tu hermoso cinturón rojo
a la moda
aprieta en su historia, ahora,
otros muchos cuerpos.
Tan cándida. Nunca creí
que hubieras pujado
con aquella voz, sorda y lejana
en todos los mercados.
¿Qué te habrán adjudicado
de mis viejos temores?
En la calle
continúan mojándose,
todos nuestros dobles errantes.
del libro "Un abrazo de Nuestro Tiempo"
Sala Editorial
1980
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