“No me des por perdido en la distancia pues el lamento me une a ti
ahora con mucha más fuerza que una vecindad forzada"
Henry David Thoreau
Nuestras voces
son tacto suave,
sobre nuestros cuerpos.
La mía,
¿La sientes más débil?
No temas,
estoy rabioso.
Y los cabellos de tu voz
hacen vibrar mi boca,
desvelando más allá
de todo
lo que nos decimos.
Mas allá,
de nuestras encendidas
sendas peregrinas,
de nuestras ventanas derramadas,
las golpeadas y las festivas,
sobre nuestras voces fundidas.
¿Escuchas?
Resuena en el silencio,
hasta nuestro tercer oído.
Por nosotros y por tantos,
estoy rabioso,
con la doncellita del 19. (1)
- A la peste la llamaban “La doncella rosa".